De los circuitos a los Rallies

Tras su accidente en el esquí alpino, Albert Llovera se volcó en el automovilismo, iniciándose en competiciones locales entre Andorra y España durante los años 90, principalmente en rallies de asfalto y tierra. En 1989 empezó con la Copa Peugeot, logrando una serie de victorias que afectarían muy positivamente a su autoestima y a su moral en un momento vital en su vida. Esas victorias fueron el revulsivo para iniciar una carrera como piloto profesional. Por suerte y a pesar de que la silla era un freno para mi imagen como piloto profesional, Albert fue encontrando apoyos y patrocinios que poco a poco se fueron consolidando.

La Copa Renault Clío le ayudó a encontrar un sitio en la competición en circuitos. Albert empezó a captar la atención de gente como Pep Bassas, de Bernard Tramont, jefe de la división deportiva de Renault, Antonio Zanini, Adrian Campos, etc., y con ello logró encontrar coches cada vez más competitivos. De la mano de Julián Pedrafita, uno de los mejores preparadores de España del momento, Albert consiguió un puesto en la copa de promoción Citroën ZX. Posteriormente, bajo la estructura de Zanini consiguió varios subcampeonatos de España, destacando por su constancia y ritmo competitivo. Fue una etapa interesante no solo en lo deportivo sino en el aspecto técnico ya que desarrolló una tecnología para la conducción de vehículos que luego se aplicaría a la calle de la mano de Guidosimplex.

“Lo importante no es lo que te ocurre, sino lo que haces con ello”

Tras las competiciones en el nacional de circuitos de la mano de Citroën, también con los Xsara, Albert, que siempre sintió predilección por la conducción sobre tierra, quiso cambiar de especialidad y centrarse en el nacional de Rallies de Tierra. Julia Escribano, responsable de competición en Fiat España fue quien más confió en el talento demostrado de Albert. Tras verlo en algunas pruebas del nacional con el Fiat Punto Super 2000 o el Abarth Grande Punto, Julia pudo conseguirle un volante de “primera división” ofreciéndole un Súper 1.600 destinado al mundial de Rallies. A partir de ese momento Albert pasó a formar parte de la élite, siendo el primer piloto en el mundo con movilidad reducida en competir en el WRC.